Entrada destacada

Mi primer relato

Según algunos, en las antiguas tradiciones de Australia, el hombre está hecho para cantar, esa es su funcion, y por eso tienen las letras...

Odio

Tu Dios exige que mates, el mio que te encierre.
Tus ancestros opinaron que es mejor matar que vivir con odio, los mios me enseñaron a evitarlo, a ser fria y acorralarlo hasta hacerlo minúsculo como un grano de arroz.
Los granos de arroz son poderosos, necesitan agua, mucha agua y llenan el estomago con el vacio de una enorme burbuja que pronto desaparece pero que parece saciar.
Mi cuerpo decía basta cuando veía correr la sangre de los niños, de los niños que nunca tuve, de los niños abortados, muertos, soportando el peso del rifle.
Las balas son rápidas, son más rápidas que las palabras.
No existen manos suficientes para parar tanto odio.
Poco a poco nos fuisteis matando, mi Dios nos falló a ambos porque el tuyo recibía más y más sacrificios y se apoderaba del mundo.
Nadie fué consolado, pero las burbujas de arroz parecían ser tan importantes...
Hoy te veo, con la camiseta jironeada en negro y rojo, buscando el grano que te falta, corriendo entre los escombros, azuzando la ira del corazón de la miseria sobre la que cabalgas, evitando las minas que colocaron tus propias gentes en la ciudad derruida que un día llamé esperanza.
Estoy sola, soy la última de mi raza, jamás podré digerir este arroz, pero siento satisfacción.
La tierra está yerma, la tierra que no volverá a ser de nadie, que no volverá a producir esta semilla.
Hoy te veo con tus quince estúpidos años, avanzando, siguiendome la pista hasta este callejón derruido; te aguardo, mientras olisqueas el aire en mi busca.
Soy la última y lo sabes, avanzas, pensando en los que no dejamos vivir en la libertad que queríais, muriendo estériles, de puro viejos o sembrando nuestros campos.
Me odias y rastreas mi olor y mis huellas, creyendo que al final encontrarás tu paraiso. Disparo el arma y acierto en el blanco, entre los dos ojos, por fin la muerte.
Hoy ha muerto un Dios bueno, nadie hay que siga sus consignas, ha muerto un Dios malo, , no queda nadie a quien sacrificar, también tu fuiste el último de algo.
Hoy ha nacido un Dios estúpido que nunca sabrá que hacer con todo el arroz que queda, se llama Soledad. Tengo doce años, me queda toda la vida para honrarle.

No hay comentarios:

Publicar un comentario