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Mi primer relato

Según algunos, en las antiguas tradiciones de Australia, el hombre está hecho para cantar, esa es su funcion, y por eso tienen las letras...

Productividad

Nunca pudimos conocernos porque estabamos aprendiendo cosas útiles, pero los sonidos y las imágnes que nos bombardeaban a todas horas nos inducieron ilusiones y sueños, nos sustituyeron las relaciones de nuestras vidas, sucedaneos productivos.
No nos dimos cuenta y pasaron los años, creíamos saber quienes eramos y el significado de los actos, pero no tuvimos tiempo de abordarlos y desarrollarlos porque estabamos trabajando.
Un día en el metro ibamos llorando la necesidad de nuestros instintos acorralados, la música era suave, y deseabamos el contenido imaginado tras las escenas tantas veces repetidas que solían acompañar esas notas.
Nos encontramos, nos miramos y abrazamos el espejo de nuestra desolación creyendo que así llegaríamos a brazar nuestros deseos de amor y de ternura.
Decidimos casarnos y tener niños, y lo hicimos.
Lo hicimos dia tras dia, entre papeles, sudor, esfuerzo, lagrimas, penurias, deudas, cacerolas y tapers de espaguetis.
Sin vernos, sin poder hablarnos, sin compartir apenas tiempo, fustigando a nuestra prole para que asegurar su subsistencia en la productividad. Y por las noches, cuando nos acostabamos, nos acostabamos con los recuerdos de las historias que visionamos, con las melodías que escuchabamos en otras voces, con la música perenne de los cuentos de hadas, rezando porque los niños nunca despertaran.
Pero los niños despertaron, y despertó su llanto; y con el llanto de los niños despertó su hora de trabajo; y todas nuestras lágrimas y las suyas vinieron a parar a nuestras gargantas y nunca pudimos hablarles porque nos ahogabamos, y nunca pudimos hablarnos porque nos setíamos culpables.
Nuestras cabezas dejarón atrás los sueños y la realidad de los recuerdos nos atormentaba en cada sonido, en cada verbo, en cada acto. Y entonces te moriste de viejo y me quedé sentada junto a la tumba de un desconocido, un desconocido al que un día besé como si fuese mi verdadero marido.

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