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Mi primer relato

Según algunos, en las antiguas tradiciones de Australia, el hombre está hecho para cantar, esa es su funcion, y por eso tienen las letras...

Cultura en Calpe 2060

Sobre el peñón de Ifach, sobre un mediterráneo azul y calmo, frente a una costa renaturalizada, con apenas cinco grandes rascacielos hoteles, en la plataforma móvil "cultura en Calpe", el pelirrojo Roberto, presentador por excelencia del aplaudido evento anual desde hacía más de una década, pronunciaba las palabras de introducción al acto en el año 2060:
-Bienvenidos al trigésimo noveno concurso anual de escritura libre. Desde esta plataforma, con más de quinientos sensores emocionales, mil repetidores, con ochocientas cámaras, damos la acogida a los lectores escogidos, los representantes de las ocho naciones naturales, más la de Cataluña acogida en última hora, con un único objetivo: trasladar lo mejor de la cultura a cada casa española en castellano. En la primera fila tienen a Josefara, Mariajes, Pedrotes y Gertrudo, en la segunda a Filomeni, Carlojesuita, Pilarian y Federior y cómo colofón, en la tercera y mayor audiencia histórica a los ya laureados y con mayor prestigio Joseprin, Claudiana, Maripepi y Huelgachica. Se procederá primero a la lectura de un gran clásico, cómo muestra de referencia, en este año " Cujo" para que nuestra audiencia pueda tener un marco conocido para realizar después sus votaciones de intensidad y se eliminará a uno de ellos por fila. Después cada uno de los participantes escogerá una obra novel, que será comparada en cada capítulo por el esquema neuronal del escritor en el momento de su elaboración. Se escogerá entonces a las mentes más fidedignas, eliminando a dos por fila. Y por fin se llegará a la sección más creativa, la que leyendo una obra de la mayor antigüedad, en nuestro caso el principito, sea capaz de dotarla de mayor vida, de mayor originalidad. Ustedes tienen la palabra, tan solo tienen que sentarse y conectar uno por uno con los esquemas cerebrales de cada participante o de los originales en sus casas, pueden votar por puntuación, comparando unos con otros. Disponen de once meses para hacerlo a sus anchas, con tan solo colocarse los cascos inductivos y seleccionar el canal apropiado. La diversión está servida y la competición también. Que ustedes lo disfruten.
En su casa Ferni y Luzvil aclamaban a la lectora más famosa de todos los tiempos, la que leyendo el último libro de Yolanda García, más se había acercado a las emociones de la autora, la que leyendo El código Da vinci más intensidad les había creado y sobre todo la que había conseguido sobreexcitarles con la lectura de Frankinstein. Estaban realmente ansiosos, fuera aparte del poder votar, por conectarse a los cascos inductivos en el canal nueve que correspondía a las emociones y fantasias de la mayor, la mas grande diva del momento: Huelgachica.
 Bit a bit intentando llegar a la substancia, bit a bit encontrando las razones subyacentes, bit a bit ignorando lo superficial, lo evidente, lo aparente. Negaciones de uno mismo tratando de llegar al fondo, descomposición presente y retroactiva y, cuando el futuro llega, llega ajeno, obscuro, estadística inexistente, llega estructuradamente pendiente de un cubismo negligente.

Corazón pasado por agua

¿Que quieres luna mia de este corazón pasado por agua? ¿No ves que aquí, ahora, me duelen las esperanzas que he dado por perdidas? ¿Quizás quieras de mí que te cante, que te llore, volverme a escuchar? Luna mia, cielo en penumbras. ¿Quieres que te diga que siempre, siempre te querré? Puedes estar tranquila pues siempre te adoraré. Pero, ¿Qué quieres de mí, que siempre menguas para volverme a mecer? Acepto tu reto claro, escucho la electrícidad que me envuelve las entrañas. Tienes el brillo de mis húmedos ojos cansados, tienes el sonido de mi garganta agrietada, tienes mi corazón payaso escuchando todas y cada una de tus palabras. Dueña de mi en la obscuridad.

lluvia en noviembre

Que tristes son los dias de lluvia, que lejos quedan esos pasos que recorrí contigo. Que tristes son las letras de las canciones que escucho, para agarrar esos recuerdos que atesoro pensando que fuerón solo mios. que tristes son las sonrisas de los desconocidos que me encuentro en el metro, sabiendo que solo nos queda el olvido. Que penas me aguardan en las aceras de todos y cada uno de mis diluvios.

Valag

Jorge era especial, tenía mala suerte, siempre tenía mala suerte. Pero no se lo tomaba a mal, simplemente iba pasando por todas las desgracias inimaginables con una tímida sonrisa tensando su boca.
Cuando a los cinco años su madre se fué de la casa de la familia para irse a vivir con un malabarista, Jorge, no lloró, cierto es que preguntaba a su padre acerca de cuales habían sido las causas por las que ahora los espaguetis con tomate no tocaban solamente los lunes, también los miercoles y los sábados. Era su forma de indagar, con cautéla, sin herir los sentimientos del adulto, sobre porqué se había ido su mamá. Pero parecía llevarlo bien, no protestó a la hora de volver al colegio.
Las cosas se pusierón algo más serias cuando llegó a la secundaria, comenzó a suspender asignaturas y a los demás niños no les agradaba su tímida sonrisa. Además los profesores apenas se dieron cuenta del bulling del que empezaba a ser víctima.
Después la adolescencia no le trató con mucho tacto, a pesar del que tenía él con las chicas, siempre le daban calabazas, o más bien se las tiraban a la cabeza gritándole las barbaridades menos aptas para un oido sensible. Sin embargo la tímida sonrisa no desaparecía.
Cuando murió su Tia Florinda, con la que se llevaba especialmente bien, fué incapaz de verter una lágrima por ella. A aquellas alturas su cabeza era una auténtica tortura. Que si porqué no puedo llorar, que si veo los problemas pero no los siento, nadie se da cuenta de todo mi esfuerzo, se creen que puedo con todo, se creen que soy de piedra, me toman por el pito del sereno, nadie se preocupa por mi, etc.
Pero no lloraba, no, ni parecía ponerse triste. Lo único que se acertaba a comprender de su carácter era una especie de preocupación sempiterna entre sus cejas, justo por encima de su tímida sonrisa.
Le costó mucho esfuerzo terminar los estudios, sobre todo contra el profesorado que le hacía la vida imposible.
Si montaba en bicicleta se le rompian y caían los pedales, si iba de viaje el tren sufría retrasos, si de escalada comenzaban las tormentas. Su primera motocicleta, a la semana, tenía el depósito lleno de arroz. El primer coche siempre aparcado justo bajo los nidos de las golondrinas, palomas e incluso gaviotas. Un desastre vaya.
Al hacerse mayor consiguió un trabajo de fotógrafo, comenzó en una revistilla de barrio, poca cosa pero él era muy bueno, lo suficiente como para que alguien le ayudase a realizar el sueño de su vida, irse a Africa en una aventura expeditiva.
La sorpresa se la llevó al encontrarse con los chamanes de la tribu hujukiyi, unos tipos con circulitos y estrellas azules y amarillas dibujadas en la cara, que al verle en mitad de la selva le rodearon y raptaron sin muchas reticencias por parte de su equipo, por otra parte era normal, ya que allí donde ponían el campamento las serpientes entraban en las tiendas, las conservas se ponían malas y los mosquitos dilapidaban las fuerzas vitales de cada uno de los componentes.
Los hujukiyi le llevaron a una cueva, entonaron cánticos a su alrededor, escupieron fuego cerca de su rostro y le administrarón un brebaje mágico con el que vió un monstruo atroz, con tres caras, sobre su cabeza, que aspiraban algo que emanaba de su propio cuerpo. Le conminarón a recitar una especie de mantras y a bailar con ellos, casi a punta de lanza. Cuando la debilidad se fué adueñando de su ser, tras unas cuantas horas de ritual, juraría haber visto, entre la obscuridad y con una somnolencia viscosa, cómo el monstruo cogía las de villadiego.
El equipo explorador, arrepentido de haber dejado que el rapto tuviese lugar, decidió que aún a un gafe se le deben ciertos respetos, así que selva arriba selva abajo consiguieron un interprete para la zona y le buscarón avidamente.
Cuando tomaron nuevo contacto con los chamanes de la tribu hujukiyi, de inmediato, se apenaron por el pobre Jorge, estaba tán compungido que era imposible no sentir empatía por el.
Todos se acercaron, el interprete tambien, y los chamanes, lejos de parecer enemigos, comenzarón a dar explicaciones:
-Este tipo tenía un monstruo valag sobre su alma. Si no se lo hubiesemos sacado de encima hubiera seguido alimentandose de su tristeza toda la vida, metiendole en lios para conseguirla. Los monstruos valag son peligrosos, provocan incluso terremotos o inundaciones alrededor de sus presas a las que utilizan como si fuesen vacas y sus emociones la leche que emana de ellas. Nunca se debe permitir la presencia de un monstruo valag sobre nadie, por eso le raptamos, pués si se permite seguirá creciendo y creciendo.
Jorge por su parte lloraba y lloraba, todas las preocupaciones de siempre, al fin, tenían respuesta, pero no sólo la de sus ojos sino también la de aquellos que estaban cercanos.