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Mi primer relato

Según algunos, en las antiguas tradiciones de Australia, el hombre está hecho para cantar, esa es su funcion, y por eso tienen las letras...

La cacerola

-Nadie se acuerda de ti.
La niña tenía unos 12 años, pero aparentaba unos 16; el color de sus ojos era idéntico al de su pelo, los mismos reflejos caoba, los mismos cobrizos brillantes, su piel oscuramente cetrina adquiría los dorados de su vello a la fuerte luz del sol. Era algo raro verla, tan adultamente serena, tan inocentemente abstraida, cualquier detalle del paisaje había merecido la infinidad de su atención, un árbol, una roca, un pájaro o la inmensidad del amanecer, toda la mañana en retroactivo se mantenía viva en su imaginación, pero había algo en ese objeto que tenía ese no sé qué ,de las cosas prohibidas, de la magia del casi olvido, de las costumbres arcaicas.
-Yo estoy aquí, por fin, he llegado hasta ti. Te miro y recuerdo las cosas que me han contado de este lugar, recuerdo que es la sequía de tanto tiempo la que me ha permitido redescubrirte después de casi un siglo. !Un siglo¡ Un siglo esperando las manos, un siglo el que me ha estado llamando, solemnemente, sin pausa desde que llegué aquí, o así lo quiero imaginar, desde la tienda de campaña podía ya presentirte, quizas algunos digan que son mis deseos los que me hacen darte esta dimensión, pero lo cierto es que esta dimensión existe, aunque solo sea en mi cabeza. Quedas en el límite que ha sido impuesto a mis excursiones, estás al borde del abismo de lo inexcrutable, tu ser ha sido conformado en mi imaginación antes de verte, en esas ruinas, las ruinas de esta ¿casa?, casa de insectos, casa de zarzamoras, casa de las botellas de plástico vacías, casa de hadas, casa de duendes, casa de ruinas de piedras caídas;¿ y yo? ¿Qué hago aquí? Me pregunto cual puede ser nuestro destino una vez nos hemos descubierto. No ha sido fácil deshacerme de las miradas de mi madre, no ha sido fácil meterme hasta la cocina, de esta tu casa. Y la rueda del destino quiso que te viera, que me preguntase por tu vida, hace tanto tiempo reposada. Si tuvieses vida, ¿Qué podrías contarme? Las marcas de los pensamientos de tu dueña grabados a fuerza de arañazos en la superficie de tus cocinas, la complicidad de sus pensamiento solo para ti, de tantas horas de trabajo para el hombre, los hombres, ganaderos por las murallitas de piedras que ahora sobresalen del agua del pantano. Hace un siglo, un poco de pimienta, buena para … que no falte el romero, el tomillo, la sal y el ajo, quizas la cebolla, y para los niños, los pures, las sopas. Toda una vida de trabajo de la que te muestras orgullosamente cómplice a pesar de tanto tiempo. Siento que me has llamado, pero… ¿acaso no sabes que la vida ha cambiado? Yo solo puedo darte la magia de mis sueños, solo puedo usarte para mezclar mi arcilla y los huesos del pollo, o puedo dejarte aquí, mas tapada aun, para que te coja alguien mejor que yo, dentro de otro siglo quìzas, pues lo mas probable es que el año que viene vuelvas a sumergirte en ese olvido, dentro de las aguas del misterio.
-¿que haces yolanda?
- Nada mama, solo encontré una cacerola.
-tienes que hacer los deberes.
La niña adolescente, corre hacía la fría llamada de su madre, hacia el deber, hacía el trabajo, pero un instante más, se dá la vuelta, observa la casa encantada, y un guiño con aquella mujer tan poco ilustrada le hace correr ahora con ganas, Está creciendo.

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