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Historias de Daira: El trabajo de Gloria

Entre las tiendas de la calle modela la madre de Luisa, Gloria, tomaba rápidos apuntes sobre el terreno. La madre de Luisa, una mujer atlética, joven y muy dinámica, se dedicaba al fachadismo, un arte poco valorado pero bien retribuido. En sus tiempos de estudiante planeaba dedicarse al diseño de joyas, pero el destino quiso que, al incorporarse al mundo laboral, sus primeros contratos fuesen como fachadista, es decir: Diseñadora de fachadas para locales comerciales.
Se le daba especialmente bien trazar dibujos en tres dimensiones para acomodar los amarillos, naranjas y rojos de los paneles solares de  perovskita, de forma que recreasen los ocasos del nivel azotea que tanto anhelaba la mayoría de las gentes de Daira.
Aunque mucha gente creía que era una labor banal, el factor estética, aunque primordial, no era el único a tener en cuenta, ni el más difícil de todos. Se trataba de un oficio que también requería de conocimientos de materiales, electricidad y arquitectura, entre otros muchos. y eso sin tocar el tema de normativa vigente.
En lo que le tocaba en particular a aquél trabajo concreto, por ejemplo, tenía que estudiar continuamente el hecho de que, por razones obvias, no podía tocar la matriz de titanio más que en los puntos señalados de acople; que en la realidad eran unas diminutas muescas donde se podían enganchar las estructuras que la cubrían.
Cómo tantas otras veces, su coordinadora de equipo le había encargado especialmente el diseño de su material predilecto, la flexible y translúcida perovskita; No era con mucho la parte fácil, ya que aunque en algunos paneles podía combinarla con otros materiales más robustos, lo normal era que la perovskita sin plomo disponible fuese apenas recubierta por algún impermeable.
La especialidad de Gloria era indispensable siempre, ya que la necesidad de recoger la luz emitida por las fuentes idemsolares del techo, colocadas a doscientos metros del suelo del nivel, procuraba de electricidad, agua caliente y calefacción a todo edificio que fuese recubierto de placas solares.
Así que ella no se quejaba, porque siempre tenía un puesto en uno u otro lugar, renovando o innovando según se diera el momento. Aún así, en privado, ponía alguna pega, cómo por ejemplo el tener que hacer trabajo de campo, pués los mapas 3D, desfasados, solían desplegar publicidad que no se encontraba en el lugar del que se tratase y, a veces, no mostraban cambios de importancia crítica.
Sin embargo aquella vez lo estaba disfrutando de lo líndo, la calle modela era el centro de la moda gentcular, y su trabajo era transferible a los demás niveles, si apenas tres o cuatro más niveles adoptasen su diseño sería una oportunidad para dar a conocer su trabajo a un publico mayor.
Mientras pensaba sus ojos se detenían en los escaparates y hologramas que se exhibían con la última moda. No podría costearse un abrigo de plumas para el comienzo de curso de Luisa, tal vez un par de anoraks de piél de oso cultivada le viniesen bien, y en cuanto terminase de proyectar las imágenes que tenía para la calle modela en relación con los esquemas de las muesquitas de titanio, se pasaría a por tres o cuatro sprays de tela modelable para las fiestas. Aquí era fácil encontrar las texturas más apreciadas, como el algodón o el lino.

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