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Mi primer relato

Según algunos, en las antiguas tradiciones de Australia, el hombre está hecho para cantar, esa es su funcion, y por eso tienen las letras...

El autobus

Allí estaba ella, cubierta por una camiseta azúl, con unos azules pantalones de campana y con unas azules zapatillas deportivas. Una vez más, buscando valiente, en su miedo perdido, el número del autobús al que debía subirse.

La había visto por última vez hacia dos meses, en el centro de Madrid, dudando entre comprarse un donut o una hamburguesa; hacía mes y medio, entre cruzar el paso con el semáforo en rojo para los peatones, o parar, según viniese el tráfico; y hacía dos semanas, sentada, entre el tumulto, en un banco de piedra, pensando en el libro que leía y mirando a la gente que pasaba.

Aquellas veces la había visto de día, ahora el llevaba el autobús nocturno: Atocha. El lugardónde más se detenía a observar las caras; y ella, que le estaba mirando después de mirar su número.... No es el suyo; por un momento, al autobusero, le pareciese que su decepción de la cara de ella es por no poder entrar al abrigo del vehículo; se sonroja y aparece otra; Una otra, corriendo y ruidosa, que aprovecha la puerta que estaba abriendo para ella... Le molesta, tiene que seguir el rumbo.

Ella le ha visto, ya sabe lo que siente. Todo lo que queda es seguir el rumbo, esperar que un día cámbie su dirección, o que cámbien su línea. Esperar que entonces siga recordando su cara. Es tán impredeciblemente hermosa... no sigue pautas ni rutinas, quizás por eso siempre sabrá que es ella.

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