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Mi primer relato

Según algunos, en las antiguas tradiciones de Australia, el hombre está hecho para cantar, esa es su funcion, y por eso tienen las letras...

Mañana

Y al amanecer ella se despierta, y se despereza, y se tiende bocarriba para mirar los huecos que se esconden entre las paredes y el techo. Recuerda al Lovecraft de su infancia y le hace, de aburridas sonrisas, una guirnalda.

Le parece que se olvidó de soñar en algún trayecto desde aquí hasta su infancia, le hace burlas al tiempo y le gusta jugar descalza.

Núnca se enamoró, sería por llevar la contraria; el caso es que la ciudad la espera desde hace tiempo y no se decide a bajar; remolonea entre el armario, el espejo y la vieja historia de algunas tardanzas.


Una mañana le esperará su príncipe verde con una pelota y un par de sandalias, la llevará a tomar trinaranjus y a hacer yoga, frente a la estatua más digna, del estanque más viejo de los jardines de Aranjuez.

Se reiran los dos como niños cuando recojan de los tilos aquello con que calmar serenos sus años; se hablarán entre susurros de niebla cuando compartan los secretos ocultos de sus vidas cotidianas.

Tal vez se queden alguna tarde en casa de la tia Esmeralda, dejando bajar sus almas al encuentro del polvo de la vieja televisión barata, justo hasta el lugar dónde se les olvidó, a aquellos familiares fortuitos, dejar el espacio conveniente para la bailarina atolondrada. Aquella misma bailarina que muchos tienen en el recuerdo de sus comienzos, aquella bailarina semidiosa que presenciabas sobre la Maira Gomez Quen y por debajo de sus gafas.


El tic tac recorre sus círculos ya nervioso, buscando otra vez su hueco para la vuelta del trabajo.

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