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Mi primer relato

Según algunos, en las antiguas tradiciones de Australia, el hombre está hecho para cantar, esa es su funcion, y por eso tienen las letras...

Rodrigo




Al través de los cristales de la habitación de Rodrigo se filtraban las agudos sonidos de las sirenas de las ambulancias; al través de las paredes los disparos de un videojuego que hacía tres meses tenía acorralados a los vecinos y, por el techo, un sillón vibrador amenazaba por dejar sin celulitis a todo el bloque.

Navegando sobre el mar de percepciones auditivas, Rodrigo, se embebía en la lectura apasionante de su nueva y deslumbrante adquisición, ese universo límpido y estructurado que componía el libro de programación dispuesto a hablar con él de tu a tu.

La carrera de Rodrigo era un sueño, lleno de mil promesas, ya bastante cuajada a sus trece años.

Por la informática, más exactamente los lenguajes de programación, las especificaciones hardware y la normativa, pasada y vigente, de multitud de ramas relacionadas, le habían dispensado de seguir con la extenuante aberración del sistema educativo vigente; Su padre había conseguido un permiso de trabajo especial para él y en el laboratorio donde desarrollaba sus funciones casi nadie podía prescindir de su rapidez para dar respuesta a las preguntas del día a día: era más rápido y preciso que internet, ya que las respuestas de la misma eran a menudo demasiado genéricas para el tipo de labor; Con Rodrigo se ahorraban horas de ardua e intensa búsqueda.

Él era feliz, sumamente feliz, pues le obsequiaban con montones y montones de pequeños universos ordenados y limpios. O casi.

El sonido de la batidora se agolpaba junto a los otros, en los pequeños tímpanos de Rodrigo, llegaba desde la cocina... Era insoportable. De pronto el Maelström de ondas acústicas amenazó la integridad de la lectura entre sus manos, del propio libro, de su alma, de su cuerpo. Rodrigo comenzó a sollozar primero, tantas veces le había pasado antes, después intentó gritar desde la vertiginosa cresta del océano encrespado y en el borde de la locura.... Asperger hizo su presencia.



Rodrigo habría tenido serias dificultades para comprender el texto anterior, por no decir que sería prácticamente imposible.



Quisiera hacer un experimento, trataré de meterme en la cabeza de Rodrigo, pero no soy Rodrigo, solamente sé que no comprende los dobles sentidos, las metáforas. Yo me lo imagino así:



El sonido de las sirenas de las ambulancias llega del parque, las ambulancias llevan gente muerta. El sonido de los videojuegos llega de los vecinos de al lado, se divierten apretando botones, no me gusta tocar botones, el sonido del sillón vibrador llega de arriba, la saliva tiembla cuando te sientas encima, no me gustan los sillones vibradores.

Tengo un libro nuevo, dice cosas nuevas, es más fácil leer un libro que tratar con gente a la que le gusta que le tiemble la saliva, no entiendo a la gente cuando aprieta botones. El libro es bonito, tiene palabras que no conozco, me gusta aprender, aprender es bueno.



En el colegio solo hacía tonterías, los niños se sentaban en los columpios e iban adelante y atrás, una y otra vez, eso marea, los profesores querían que estuviese sentado, incluso cuando me dolían las piernas, es más fácil levantarse cuando te duelen las piernas. Los profesores me decían que cuando veo una cara sonriente es bueno, cuando veo una cara con los labios fruncidos hacia abajo es malo, yo no lo entiendo, pudo poner los labios hacia arriba o hacia abajo, pero no lo entiendo.



En el laboratorio la gente sonríe cuando hago lo que me gusta, me dicen que yo soy bueno, y me regalan libros que me gustan, con nuevas palabras.



Ahora puedo ser bueno, voy a leer el libro...



Sirenas, videojuegos, sillón... Batidora. No puedo leer el libro.



La madre de Rodrigo para de inmediato la batidora, pero es difícil, el resto de los sonidos siguen llegando, las ambulancias pasan, da un toque en la pared de al lado... queda el sillón, pero Rodrigo parece poder salir del Maelström, parece llegar a flote después de la pesadilla, aconsejo leer el relato de Poe para quien no tenga la referencia, Rodrigo se calma al fin y comienza a leer de nuevo.



Parece extraño, fácil que se le vaya de las manos, y sin embargo, en el momento en el que retoma la lectura, creo, sinceramente, que todas las metáforas se quedan cortas ante sus ojos.

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